El aire estará limpio de todo veneno que no
provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones;
en las calles, los automóviles serán
aplastados por los perros;
la gente no será manejada por el automóvil,
ni será programada por el ordenador, ni será comprada por el supermercado, ni
será tampoco mirada por el televisor;
el televisor dejará de ser el miembro más
importante de la familia y será tratado como la plancha o el lavarropas;
se incorporará a los códigos penales el
delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de
vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el
niño sin saber que juega;
en ningún país irán presos los muchachos que
se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo;
nadie vivirá para trabajar pero todos
trabajarán para vivir;
los economistas no llamarán nivel de vida al
nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas;
los cocineros no creerán que a las langostas
les encanta que las hiervan vivas;
los historiadores no creerán que a los
países les encanta ser invadidos;
los políticos no creerán que a los pobres
les encanta comer promesas;
la solemnidad se dejará de creer que es una
virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo;
la muerte y el dinero perderán sus mágicos
poderes y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso
caballero;
la comida no será una mercancía, ni la
comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos
humanos;
nadie morirá de hambre, porque nadie morirá
de indigestión;
los niños de la calle no serán tratados como
si fueran basura, porque no habrá niños de la calle;
los niños ricos no serán tratados como si
fueran dinero, porque no habrá niños ricos;
la educación no será el privilegio de
quienes puedan pagarla y la policía no será la maldición de quienes no puedan
comprarla;
la justicia y la libertad, hermanas siamesas
condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda
contra espalda;
la
Santa Madre
Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento
ordenará festejar el cuerpo;
la
Iglesia
también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la
naturaleza, de la que formas parte»;
serán reforestados los desiertos del mundo y
los desiertos del alma;
los desesperados serán esperados y los
perdidos serán encontrados porque ellos se desesperaron de tanto esperar y
ellos se perdieron por tanto buscar;
seremos compatriotas y contemporáneos de todos
los que tengan voluntad de belleza y voluntad de justicia, hayan nacido donde
hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito
las fronteras del mapa o del tiempo;
seremos imperfectos porque la perfección
seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo, en
este mundo chambón y jodido, seremos capaces de vivir cada día como si fuera el
primero y, cada noche como si fuera la última.
Eduardo Galeano