No tener nada.
No llevar nada.
No poder nada.
No pedir nada.
Y, de pasada,
no matar nada;
no callar nada.
Solamente el
Evangelio,
como una faca afilada.
Y el llanto y la
risa en la mirada.
Y la mano extendida
y apretada.
Y la vida, a
caballo, dada.
Y este sol y estos
ríos
y esta tierra comprada,
por testigos de la Revolución ya
estallada.
¡Y “mais nada”!
Pedro Casaldáliga
No hay comentarios:
Publicar un comentario