El pasado no es más que una foto de Liz
Taylor desnuda, una figura de Lladró demasiado perfecta, demasiado frágil. Es
el color saturado y el doblaje metálico de una película de vaqueros en una
tarde de la infancia, cuando todo era como debía ser. ¿Conjuga en pasado un
niño? No, todo lo que cuenta en presente. Faulkner, que era un genio valiente o
quizá un desesperado, nos iluminó con su verbo: "El pasado no existe, ni
siquiera ha pasado", Para el adulto cada recuerdo es un asidero que da
seguridad, un puerto donde refugiarse ante la tempestad del presente. Aunque
sea memoria de otra tormenta: el agua que nos empapó entonces será hoy húmeda
nostalgia que acomodaremos con moraleja en nuestro relato. Si el evento fue
terrible, algunos lo enterrarán muy profundo para no volverlo a mirar, otros
harán de ello la piedra fundacional de un nuevo impulso, una lección que les
cambió la manera de mirar la vida, pero la mayoría se agarrará sin pensar a la
primera boya que encuentren, para simplemente sobrevivir. No aprendemos. Para
ser libre hay que ser niño. O Faulkner.
Poema del libro "Cosas que he roto" (Samir Abu-Tahoun Recio @samirabutahoun)
No hay comentarios:
Publicar un comentario