La vida me ha
enseñado a bailar entre las heridas. Y a jugar con ellas.
Con mis
cicatrices bailo pop rock.
Con mis
recuerdos bailo un vals.
Con mis
pensamientos bailo heavy metal.
Y con la
melancolía juego al escondite.
Y poco a poco,
con cada baile, he descubierto que para despedirme y decir adiós al pasado prefiero un poco de Héroes del Silencio antes
que un tema de Dani Martín.
Aprendí a jugar, a vivir sin mirar el reloj.
Aprendí a contar mentiras (1, 2, 3, 14).
Aprendí que las heridas se van curando a medida que vas perdonando.
Aprendí que cuando miras más veces a lo largo del día hacia delante y menos para atrás es señal de que la herida está empezando a cicatrizar.
Aprendí que cuando miras más veces a lo largo del día hacia delante y menos para atrás es señal de que la herida está empezando a cicatrizar.
Aprendí que sola no llegaría a ningún sitio pero que de la mano de la gente
que quiero ninguna cima es imposible.
Aprendí a bailar con mis heridas.
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