Y el niño Rilke lo
supo.
Una infancia bien
soñada.
La que soñara y no
tuvo.
Todo poeta es un
niño que se niega a ser adulto.
Podrán crecerle las
barbas de la ira o del orgullo.
Y caérsele a
pedazos el corazón ya maduro.
Pero conserva los
ojos deslumbradamente puros.
@Casaldaliga1
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