Aprendiendo a
aceptar a las personas, aún cuando ellos me defraudan, cuando ellos escapan del
ideal que yo tengo para ellos. Cuando ellos me hieren con palabras ásperas o
con acciones irreflexivas. Es difícil aceptar a las personas así como ellos
son, y no como yo quiero que sean. Es difícil, muy difícil, pero estoy
aprendiendo…
Yo estoy
aprendiendo a amar. Yo estoy aprendiendo a escuchar, para escuchar con los ojos
y los oídos, para escuchar con el alma y con todos los sentidos. Para escuchar
qué dice el corazón, lo que dicen los hombros caídos, los ojos, las manos
inquietas. Para escuchar el mensaje que esconden las palabras, para descubrir
la angustia enmascarada, la inseguridad disfrazada y la soledad encubierta.
Para penetrar la sonrisa falsa, la felicidad simulada, la adulación exagerada.
Para descubrir el dolor de cada corazón. Poco a poco, yo estoy aprendiendo a
amar…
Yo estoy
aprendiendo a perdonar, porque el amor perdona, limpia las heridas y borra las
cicatrices que la incomprensión y la insensibilidad grabaron en el corazón
herido. El amor alivia la herida que dejaron los pensamientos dolorosos. No
cultiva las ofensas con las piedades y la autocompasión. El amor perdona, da
olvido, extingue todo el dolor en el corazón. Yo, paso a paso, estoy
aprendiendo a perdonar, a amar…
Yo estoy
aprendiendo a descubrir el valor. Yo estoy aprendiendo a descubrir el valor
dentro de cada vida, de todas las vidas, el afecto y la aceptación, las
experiencias duras vividas a lo largo de los años.
Aprendiendo a poner
de lado mis propios dolores, mis intereses, mi ambición, mi orgullo, cuando
éstos impiden el bienestar y la felicidad de otra personas.
Yo estoy aprendiendo a ver en las personas su alma y sus infinitas posibilidades. Yo estoy aprendiendo, pero es lento el aprendizaje.
Qué difícil es
aprender a amar. Aunque, tropezando, vagando, yo estoy aprendiendo…
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